El robot trompetista

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La trompeta, ese instrumento tan particular. Esos aburridos ejercicios labiales, largas notas, escalas, modulaciones, flexibilidad, picado, doble picado, ligados, etc.

La trompeta exige una gran disciplina. El saxo, por ejemplo, tiene una lengüeta que entra en vibración al paso del aire, en la trompeta ese sonido lo produce el labio, el superior en concreto. Que me perdone Charlye Parker pero, Bill Clinton y Javier Clemente tocaban el saxo. Claro que igual ellos dirán que Rudi Ventura toca la trompeta... hay gente que no te perdonará jamás que seas del Barça. La vibración del labio produce un sonido, llamado nota al aire que dependiendo de la presión realizada dan el do, sol, do, mi, sol, do... y más, dependiendo del trompetista. Las válvulas lo que hacen es alargar el tubo, o sea, bajar de semitono en semitono obteniendo toda la escala cromática. En el saxo, son las llaves las que se utilizan para obtener todas las notas. Imaginaros pues el trombón de varas en la que los pistones son reemplazados por una larga vara donde obtenemos notas continuas, como un violín o un bajo sin trastes.

Realmente solo con mucho estudio y una técnica depurada se pueden obtener grandes resultados. Todo eso parece haber terminado.
En la reciente Exposición Universal de Aichi (Japón) se ha presentado entre otras cosas unos robots capaces de tocar la trompeta... “La exposición es como una mezcla entre la Guerra de las Galaxias, Blade Runner y Yo, Robot.../... robots pioneros del cosmos como el Mars Rover en las expediciones a Marte o una cohorte de robots dedicados al cuidado de niños, la recogida de basuras, la seguridad de empresas y limpieza de suelos, mientras una orquesta de siete androides entonan el popular When the Saints go Marching con batería, trompetas y percusión, como si fuera humanos”.
¡Si Louis Armstrong levantara la cabeza! Lo del be-bop no hubiera sido nada. No voy a caer en el derrotismo ni en la amargura nostálgica. Ya pasó con el teatro cuando llegó el cine, El viaje a ninguna parte. Ya le pasó a Chaplin cuando llegó el sonoro. Decían que no habría discos de vinilo y todavía hacen tocadiscos. Que las discotecas acabarían con las orquestas. Decían que el video acabaría con el cine, el Cd con el cassette o el DVD con el VHS. Como dijo uno: mucho año dos mil, mucho año dos mil y los coches sin volar. Los avances son fantásticos pero, algunos, ¿son éticos? ¿En qué mundo vivimos?

Grandes empresas tecnológicas emplean tiempo y dinero en crear utensilios esnobs mientras en otra parte del mundo no tienen acceso al agua potable. Empresas de comidas rápida crean niños con sobrepeso y en otros lugares de África otros niños también hinchados, pero por el hambre, mueren a miles. Grandes sumas de dinero para la carrera espacial, para descubrir vida en otros mundos mientras en este se deja morir de hambre a países enteros. La carrera espacial cuyos avances luego se ven utilizados en el plano militar. A veces pienso que la carrera espacial es tan solo un mero blanqueo del dinero sucio. Como el arte abstracto. Estamos contaminando el planeta de manera sistemática. El calentamiento del planeta es evidente. Robots que hacen faenas de casa o cuidan de tus hijos. No lo entiendo. ¿Qué quiere demostrar el hombre? ¿Querer llegar a Marte? ¿Para qué?

La moda de Paris o Milán, moda muy llevable este año, muy “ponible”, la tendencia de este otoño mezclará el estilo informal con elementos naturales... mientras otros se meten en un ataúd-patera que con mucha suerte podrán ser retornados a donde vinieron. En su día también se construyó el Titanic para demostrar la supremacía del hombre sobre el mar. Un tranquilo iceberg lo puso en su lugar, y dicen que mientras se hundía los músicos tocaron hasta el último momento... un día nuestro mundo chocará con algo quieto y se hundirá, seguro que en la orquesta de androides habrá algún robot tocando muy bien la trompeta.

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