-
Manoloviks Films
-
Gos Rampant
- 19-04-2005 16:15
Dona suport al periodisme local col·laborant amb nosaltres i fes-te’n subscriptor per només 3€ al mes sense permanència.
Una de las mejores marchas del calendario cicloturista nacional es la Quebrantahuesos. 15 años de historia, 205 km, 4 puertos, mas de 5000 participantes, una organización modélica, y un lema muy especial: “Pirineos limpios”. Todo un mundo por recorrer. Hace nueve años la completé y hice 10 horas y 19 minutos, a mi media de 20km/h. ¿Cuanto haré este año? O mejor, ¿me podré presentar a la salida de Sabiñánigo?
Este año es muy importante para mí, han pasado muchas cosas en mi vida, pronto cumpliré los 40 y “seguro” tendré una crisis existencial... si la termino consideraré que no todo en mi vida esta acabado en el plano físico. Cada uno busca su estímulo. El engaño. Porque para preparar una prueba así hay que estar engañado, muy engañado. Me acuerdo que aquella vez pillé una pájara potente subiendo el Portalet, subía y me decía: ¿qué hago aquí? voy a vender la bici, las zapatillas, el casco, todo... es la última vez, venga sigue, estaba en plena crisis pero luego llegué a arriba y cuando empecé a bajar ya no me acordaba de nada, la había superado y ahora, en plena bajada, estaba disfrutando como un mono. ¿Alguna vez te has cansado de bajar un puerto?
Los entrenamientos los llevo bien. Ya he hecho alguna salida de 5 horas. Lo que pasa es que voy muy lento, estoy intentando rebajar grasas y he de ir lento. Será el 18 de junio. Otra cosa es que me de algo. Me ponga malo, me caiga, sobre entrene o sub entrene, un virus, una afección bucal, que me atropelle un coche... en el fondo somos tan frágiles. Tan delicados. Tan poca cosa. Cuando recorres aquellas carreteras de montaña, como una hormiguita. Y te ves allá arriba, y ves lo que de verdad eres. Nada. Una nube que pasa sin dejar huella. Como tantos otros, en el río de la vida. A veces pienso que es eso lo que buscan los alpinistas cuando llegan a la cima, recordar que no eres nada. De vez en cuando hay que hacer algo así, no se ha de olvidar nuestro final efímero.
Durante una subida de 20 kilómetros te da tiempo a pensar, a darle vueltas a las cosas. Hay tiempo para todo, para sentirte eufórico, acabado, pensativo, para hacer amistad con algún otro engañado como tú... pero también hay momentos para encontrar el ritmo que te permite subir, llegas a escuchar tu cuerpo y entras incluso en armonía.
Cuando la acabas te sientes muy vivo. Es un momento muy bello. Ha de ser como acabar una maratón, creo. Da pena porque como siempre, como en el Camino de Santiago acabas por comprender que lo realmente importante es el camino, caminar.
La Quebrantahuesos tiene un par de momentos críticos que si los conoces y los sabes “gestionar”, la puedes acabar sin problemas. La salida, con mas de 5000 colegas como tú... bueno, algunos quieren hacer tiempo, esos si que son engañaos de verdad. ¡Qué estrés! En vez de disfrutar del paisaje... Luego viene el gran pelotón y al final nosotros, los del camión escoba. Nos juntamos los tranquilos, los del tercer plato y la bolsita en el manillar con nuestro chubasquero, la barrita energética y la cámara de fotos.
El primer puerto, Somport hay que subirlo muy tranquilo, no te tienes que alterar, aquí el pulsómetro barato del Lidel me va de perlas, no paso de 140 pulsaciones, hay que utilizar las reservas de grasas y ello te obliga a ir lento. Una cosa que luego agradecerás. Arriba te llenas los bolsillos con el avituallamiento y bajas hasta Escot, comes tranquilamente porque ahora viene un punto crítico, el Marie Blanque, lo comienzas a subir con 100 kilómetros en las piernas y los últimos 4 son a un 11% sin una sola curva. Toda una recta eterna con explosiones de la peña por doquier. Aquí metes todo lo que llevas porque las pulsaciones se te van a poner en valores máximos, lo das todo. Lo que no sabe mucha gente es que este puerto por el otro lado es el triple de duro...
Llegas arriba, bajas y te comes todo lo que lleves encima, azucarado, lo que sea, recupera que vienen los 23 kilómetros del Portalet, yo a los 7 kilómetros de subida me pararé, como ya es costumbre, en la pastelería de Eaux Chades que hacen unos pastelitos de moras fantásticos y me llevaré algunos mas para dárselos por el camino a aquellos que les ha dado la pájara... o para mí. Todavía me acuerdo de aquella carrera que en el coche escoba, aquel chico me dio un par de higos secos y me fueron tan bien... Y cuando coronas el Portalet, ya casi has terminado, te esperan 50 kilómetros y un pequeño puerto de 2 kilómetros en Hoz de Jaca, eso si, al 10-11%, y luego todo llano hasta la meta. No es tan difícil, otro día os cuento la Marmothe, en los Alpes franceses, esa si que es dura de verdad.
Este año es muy importante para mí, han pasado muchas cosas en mi vida, pronto cumpliré los 40 y “seguro” tendré una crisis existencial... si la termino consideraré que no todo en mi vida esta acabado en el plano físico. Cada uno busca su estímulo. El engaño. Porque para preparar una prueba así hay que estar engañado, muy engañado. Me acuerdo que aquella vez pillé una pájara potente subiendo el Portalet, subía y me decía: ¿qué hago aquí? voy a vender la bici, las zapatillas, el casco, todo... es la última vez, venga sigue, estaba en plena crisis pero luego llegué a arriba y cuando empecé a bajar ya no me acordaba de nada, la había superado y ahora, en plena bajada, estaba disfrutando como un mono. ¿Alguna vez te has cansado de bajar un puerto?
Los entrenamientos los llevo bien. Ya he hecho alguna salida de 5 horas. Lo que pasa es que voy muy lento, estoy intentando rebajar grasas y he de ir lento. Será el 18 de junio. Otra cosa es que me de algo. Me ponga malo, me caiga, sobre entrene o sub entrene, un virus, una afección bucal, que me atropelle un coche... en el fondo somos tan frágiles. Tan delicados. Tan poca cosa. Cuando recorres aquellas carreteras de montaña, como una hormiguita. Y te ves allá arriba, y ves lo que de verdad eres. Nada. Una nube que pasa sin dejar huella. Como tantos otros, en el río de la vida. A veces pienso que es eso lo que buscan los alpinistas cuando llegan a la cima, recordar que no eres nada. De vez en cuando hay que hacer algo así, no se ha de olvidar nuestro final efímero.
Durante una subida de 20 kilómetros te da tiempo a pensar, a darle vueltas a las cosas. Hay tiempo para todo, para sentirte eufórico, acabado, pensativo, para hacer amistad con algún otro engañado como tú... pero también hay momentos para encontrar el ritmo que te permite subir, llegas a escuchar tu cuerpo y entras incluso en armonía.
Cuando la acabas te sientes muy vivo. Es un momento muy bello. Ha de ser como acabar una maratón, creo. Da pena porque como siempre, como en el Camino de Santiago acabas por comprender que lo realmente importante es el camino, caminar.
La Quebrantahuesos tiene un par de momentos críticos que si los conoces y los sabes “gestionar”, la puedes acabar sin problemas. La salida, con mas de 5000 colegas como tú... bueno, algunos quieren hacer tiempo, esos si que son engañaos de verdad. ¡Qué estrés! En vez de disfrutar del paisaje... Luego viene el gran pelotón y al final nosotros, los del camión escoba. Nos juntamos los tranquilos, los del tercer plato y la bolsita en el manillar con nuestro chubasquero, la barrita energética y la cámara de fotos.
El primer puerto, Somport hay que subirlo muy tranquilo, no te tienes que alterar, aquí el pulsómetro barato del Lidel me va de perlas, no paso de 140 pulsaciones, hay que utilizar las reservas de grasas y ello te obliga a ir lento. Una cosa que luego agradecerás. Arriba te llenas los bolsillos con el avituallamiento y bajas hasta Escot, comes tranquilamente porque ahora viene un punto crítico, el Marie Blanque, lo comienzas a subir con 100 kilómetros en las piernas y los últimos 4 son a un 11% sin una sola curva. Toda una recta eterna con explosiones de la peña por doquier. Aquí metes todo lo que llevas porque las pulsaciones se te van a poner en valores máximos, lo das todo. Lo que no sabe mucha gente es que este puerto por el otro lado es el triple de duro...
Llegas arriba, bajas y te comes todo lo que lleves encima, azucarado, lo que sea, recupera que vienen los 23 kilómetros del Portalet, yo a los 7 kilómetros de subida me pararé, como ya es costumbre, en la pastelería de Eaux Chades que hacen unos pastelitos de moras fantásticos y me llevaré algunos mas para dárselos por el camino a aquellos que les ha dado la pájara... o para mí. Todavía me acuerdo de aquella carrera que en el coche escoba, aquel chico me dio un par de higos secos y me fueron tan bien... Y cuando coronas el Portalet, ya casi has terminado, te esperan 50 kilómetros y un pequeño puerto de 2 kilómetros en Hoz de Jaca, eso si, al 10-11%, y luego todo llano hasta la meta. No es tan difícil, otro día os cuento la Marmothe, en los Alpes franceses, esa si que es dura de verdad.
El periodisme de proximitat necessita del compromís dels seus lectors per defensar un periodisme més independent, lliure i plural.
Subscriu-te ara!