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Tulumba
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Juan Re Crivello
- 17-11-2009 13:31
Hace unos días me invitaron a una reunión de “blocaires” en mi ciudad (50.000 habitantes). Debo confesar que nunca bebo, pero dos vasos de cava me hicieron perder el regreso a casa
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Aquellos que escriben de recetas de cocina, los que defienden a su partido, aquellos que se extravían en mundos viajeros, pero amados a posteriori en las fotos, en los sueños. En aquel extraordinario evento, me asalto un señor joven. Le reconocí entre el difícil e incruento subidon etílico. Le dicen Manolovik. Nada especial, o si. Solo que aquella noche se podía hablar con él, de las venganzas de la vida. ¡Extraordinario tema!. En estas charlas todo el mundo habla de lo bien que marcha su vida y lo mal que esta la sociedad. Pero en unos minutos, aquello derivo en dirección a esa ansiedad que sentimos todos ante la indefinición en que nos movemos. O sea: amores, padres mayores, apetitos sentimentales.
Nada nuevo. Los blogueros cuando se encuentran traman una fiesta, en el que sus pecados son los comentarios de sus lectores. ¡Zas!. Ahora pude decirlo. Lo tenía atragantado…
Felicidades a los 8 años de Vilanova Digital.
Amores eternos a Manolovik.
Nota.
Acabe en un bar comiendo con mi mujer unas patatas tan picantes que me produjeron un flashforward. Vi y ¡ no miento!. Un antiguo amigo, que leía filosofía, pero mentía como un bellaco a sus continuos amores.
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