Las pistas de atletismo: una instalación del siglo pasado

El motivo de estas líneas es hacer público el estado de dejadez de las pistas de atletismo de nuestra ciudad. Es la primera instalación deportiva que cualquier visitante ve al llegar a Vilanova, y su estado deja mucho que desear. Carteles envejecidos y vallas oxidadas son la primera impresión. Pero si el visitante se acerca y entra en la misma instalación, comprobará que el tartán de la pista está a un paso del otro barrio y la zona central del campo, donde se practica rugby, es un verdadero rompepiernas dónde sólo imaginarte una caída ya se te erizan los pelos. Se han tapado agujeros, sí. Se ha hecho un nuevo apaño por lo que se refiere al riego, es cierto; y los conserjes van regando dentro de sus posibilidades y el club de rugby va tratando de arreglar lo que buenamente puede con su limitado y voluntarioso presupuesto. Pero, seamos sinceros: Vilanova, ¿se merece esa instalación? Los niños  y los no tan niños que juegan a rugby, los nuestros y los que nos visitan¿no merecen más atención?  Ya ni les comento la cara de estupor que nos ponen los visitantes que tenemos de Irlanda, Escocia, Gales, Francia... Se nos cae la cara de vegüenza

Sólo tenemos que hechar un vistazo a los presupuestos municipales de 2014, que ahora el Ajuntament ha publicado por internet: veremos que el deporte rey, el fútbol, recibe en concepto de Arbitratges temporada 2013-2014 la friolera de 15.141€, independientemente de la subvención correspondiente. ¿Cuanto costaría habilitar el riego y mejorar así el campo para la práctica del rugby? No sé si más o menos de quince mil euros, pero es evidente que menos de los casi tres millones de euros de beneficio que el Ajuntament dijo tener a mediados de abril.

Ahora que estamos en período electoral, quizás sea el momento oportuno para preguntarnos, a tenor de esta situación, cuál es el modelo deportivo que defiende y aplica el hasta ahora equipo de gobierno. ¿Defiende un modelo pluridisciplinar, dónde la práctica del deporte sea segura (en el caso de las pistas, y especialmente del rugby, tenemos nuestros dudas), o por contra sigue la inercia de primar al mayoritario?

Lo que no deja de ser un contrasentido es que, incluso en ese estado, las licencias de practicantes de rugby crezcan.  Imagínense, pues, señores políticos, lo que podría llegar a pasar si tuvieran unas instalaciones dignas. Dejarían de practicar el monocultivo futbolístico y pasarían a ser, muy probablemente, una ciudad polideportiva de verdad. Y no sólo una ciudad con diferentes instalaciones, con diferente nivel de mantenimiento (por llamarlo de algún modo) y, en consecuencia, condenando a la supervivencia más estricta a aquellos que no comulgan con la lógica del balonpié.