1 de octubre en medio de la España profunda (2a parte)

Salga lo que salga el primero de octubre, más allá del poder o no poder, del llegar o del quedarse a medio camino, de las aspiraciones y los logros, de los sueños y las metas, me estoy llevando un rico feedback de esta experiencia que emprendí con positividad y espíritu de aprendizaje. Consideré y sigo considerando que recabar información de primera mano sobre lo que sienten los demás y particularmente aquellos que no son afines a mi opinión es el mejor ejercicio posible para que esas odiosas equidistancias puedan verse como proximidades.

No he osado ni en lo más oculto de mis pensamientos el convencer a nadie. Mis interlocutores en este territorio son para mí, aquí y ahora, una fuente del conocimiento sobre esta realidad en efervescencia. Lo que piensan y sienten no es objeto de su argumentario que por otra parte parece fotocopiado de los informativos de TVE. Por lo tanto, su catálogo de riesgos les impide proyectarlo con palabras. Lo hacen con su lenguaje no verbal, cargado de silencios, reproches velados mediante clásicos estereotipos que son más propios de patio de colegio que de adultos responsables. Lo que en mi pueblo denominan “bobadas”. Todo salpicado de desafiantes miradas, capaces de enfriar ese infierno al que la chulería torera del diputado popular Fernández Álvarez se refirió en el Parlament de Catalunya.

De corazón os cuento que aspiraba a algo más que esto. No ha sido posible algo más sustancial. En el fondo, su coherencia parece manifestarse segura. Tienen lo que quieren y muestran la parte que les permite no jugar un partido que en condiciones de igualdad perderían sin remedio. Te dejan percibir con ello que no hacerlo así puede mostrar en abierto todas sus vulnerabilidades. Cuando personas o colectivos afines, sienten que el punto de partida para compartir algo es su trinchera, la desconfianza se adueña del espacio. Pone en la picota a cualquiera que no empiece a cavar la suya propia frente a ellos y que por lo tanto de alguna justificación a este comportamiento propio de monos con revolver.

He visto como tomaba forma ese dicho tan mascado en estos lugares que no permite que te puedas colocar en algún término medio. Aquí hay que alinearse en el extremo de los extremos. El que no se comporta así crea cuando menos desconfianza. Si este valor no está presente, el resto de los posibles termina por caer. O estás conmigo o estás contra mí. La derecha no es lo suficientemente de derechas si no viste la camisa azul. La izquierda, bueno, esa da igual. Los rojos son rojos, soviéticos o no y criminales por naturaleza. Rancias ideas si, tan rancias como los razonamientos a lo Homer Simpson que he tenido que escuchar mientras me mostraban la identidad fascista de mi abuelo, sacado de la tumba para llamarme al orden en mi manifiesta disidencia.

Guste más, guste menos, esto es lo que hay. Tengo claro que no soy bien recibido en el club. He osado tocar el timbre de la alarma de incendios en casa del pirómano y eso tiene un precio: Nominación y expulsión directa. Mi carrera en estos lares ha terminado. Ahora tengo un poquito más claro que nacionalidad ha de tener mi próximo pasaporte. Incluso mucho mejor. Se cual no ha de tener, con lo que me pongo manos a la obra para desaprender lo aprendido inútil, rancio y obsoleto que impide sumar cosas que mejoren la vida y el carácter emprendedor y poroso de la tierra de mis hijos.

Vuelvo a casa para seguir trabajando, pese a quién pese para que el día 2 de octubre y todos los sucesivos que sean necesarios sirvan para seguir insistiendo en el derecho inviolable a decidir de un pueblo desafecto y cansado de tanto desprecio.