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Les paraules no són innocents
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Ciprià Pernas Fidalgo
- Sitges
- 10-03-2019 09:23
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Si te odiara estaría en un estado de insatisfacción y desasosiego del que en este momento me siento consciente y no experimento. Un panorama que solo sirve para generar problemas con un punto de partida y sin estación de llegada. Una gran bolsa de basura negra de la que no necesito conocer su contenido. Tanto da, sea lo que sea si está ahí dentro solo puede ir de lo malo a lo peor pasando por lo más obvio, lo inútil.
Sabiendo todo esto, alimentar un odio hacia ti solo me llevaría a la enfermedad y ésta limita, anula e impide. Lo sé y por mucho que me apetezca permitirme rezumar mis más profundas iras, mantengo clara la mente para no dejarme llevar por esta riada que desciende por el inodoro liberador de las bajas pasiones. Algunos le llaman inteligencia emocional. A veces lejos de parecer inteligente te hace aparentar una absoluta estupidez escénica.
Presiento que este pensamiento tiene más que ver con lo que creo que piensan los demás que con lo que en realidad piensan. Pasar de todo esto me convertiría en un ser mucho más feliz de lo que ahora soy capaz de ser. Es en resumen: técnica y entrenamiento. Aprender, practicar, repetir y repetir hasta integrar un modelo de comportamiento que mantenga mi temperatura normal lejos de cualquier estado de ebullición.
Y es por eso, que no te odio ni deseo promover que nadie lo haga para que cualquiera pueda alejarse de este malestar de escalones empinados que se suben como si de una bajada se tratara. No sentir esa emoción por ti me da fuerzas para olvidarte sin dejar de tenerte presente. Saber quién eres sin que me preocupe en lo más mínimo la baja estopa en la que has decido moverte. Prefiero pensar que no has medido las consecuencias de revolcarte donde lo haces, aunque si por el contrario fuera esa tu intención, decirte con toda la tranquilidad necesaria que no te odio. Solo te desprecio por no saber defender lo que dices creer sin usurpar la dignidad de quién no piensa como tú. No me quiero parecer a eso, por eso no te odio y sin olvidarme de ti, te colocaré en ese lugar relevante de mi aprendizaje que con mucho “seny” y con toda la “rauxa” me lleva a tomar una posición clara y decidida lejos de la falta de valores y dignidad que has decidido representar.
No comparto tus ideas. No hacerlo solo me convierte en una voz discrepante contigo que entiendo no se lleva en esa España que dices proteger. Lo demás, esa falta de respeto por el contrario e incluso por ti mismo me lleva solo a sentir una profunda lástima por alguien que vende su alma al mejor postor, por un mendrugo duro que no lo olvides, seguirá estando duro mañana. Tu pagador, a quien buscas postularte, siente por ti un desprecio mucho más profundo que mi falta de emoción derivada a la indiferencia. Ni tan siquiera puedo pensar en ti como en alguien negativo, solo insípido, ausente de esencia. Una página en blanco con un somero garabato en la historia de personas dignas que no merecieron jamás cruzarse contigo. Quizás por esa razón eres incapaz de mantenerles la mirada. No necesitas a nadie que te recuerde o te odie para saber cómo sabes, en lo más profundo de tu fuero interno de tu desmedido error. En tu caso ni siquiera el tiempo podrá curar la herida.
Eso de perdono pero no olvido es una gran mentira. Perdonar es solo una palabra, mientras que olvidar es un ejercicio de elevada intensidad con los principios y valores que te mueven. A esos no podemos traicionarlos. Si lo intentas, corres el riesgo de quedarte desnudo ante ti mismo. Casi no cabe mayor indefensión. Es la verdadera derrota que te ha dejado Enric Millo en el centro de ese callejón desierto de metano irrespirable en el que has decidido vivir. Y por si todavía no te ha quedado claro, solo sé que no te odio.
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