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Les paraules no són innocents
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Ciprià Pernas Fidalgo
- Sitges
- 15-04-2018 14:17
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Ponerse ante cualquier clase de material con el objetivo de expresar algo, (tanto si es una roca de granito como una humilde hoja en blanco) es un reto para el que decide hacerlo. Es como el salto del artista al escenario. Lo difícil es dar el primer paso hacia los focos, después todo fluye como el cauce de un río. A velocidad variable, en función de la orografía, sin detenerse nunca para encontrar el mar. Poner la primera palabra y viajar hasta el último punto sintiendo la sensación de que siempre queda el mensaje inacabado, que no has encontrado todos los recursos que necesitabas para hacer público eso que te ha inspirado y que no termina de colmar la necesidad de compartir lo que te emociona o escuece. Cuadros, libros, novelas, esculturas, ensayos, artículos que comienzan y terminan sin alcanzar el fin. Así son las historias que algunos alocados funambulistas de la palabra llevan a unas cuantas cuartillas en blanco solo con la intención de liberar presión en el pecho, estómago o cabeza. Para algunos es vocación, para otros su profesión. Para todos, necesidad. Son tiempos difíciles estos que están convirtiendo el contar las cosas en una actividad de riesgo.
Hoy comparto desde esta realidad la expresión de una persona anónima que me ha aportado el grueso del artículo que os participo. Algunos se ofenderán, otros lo compartirán y presumo que casi nadie quedará indiferente ante lo que cuenta. Con él, hoy no me pongo a ningún lado de la mesa. Desde esta perspectiva, ambos me pueden parecer lo mismo. En ocasiones no es el fondo, son las formas. Yo también tengo pulmones en el pecho, estómago y cabeza por eso comparto esta válvula de expresión para repetirme un día más que no quiero practicar eso que algunos llaman la autocensura.
Ahí lo dejo, dándole primero las gracias a él por contarlo y a vosotros por leerlo en la seguridad de que servirá para construir tus propias ideas. Tal cual así lo procuro y pretendo con las mías. Siempre en libertad de opinión y visión. Algunas expresiones que encontrarás pueden resultar fuertes. Yo tal vez no las habría empleado, pero puedo entender que el hartazgo es de tal magnitud que no le fuera posible decirlo de otra forma. El dolor tiene estas cosas.
Por cierto, para no crear equívocos: Soy nacido en Castilla, en lo profundo del yugo y la flecha, en lo rural y me siento republicano de corazón y de filiación por mucho que algunos de los míos consideren que falto a la memoria de mis antepasados. Amo sin poseer, respetando a las personas de este país catalán sin estado que me ha dado cultura y valores y al que como mínimo tengo que devolver mi esfuerzo para que consiga ser quien quiera ser. Las cosas para lograrlas hay que hacer por merecerlas. Así pues, en ello estamos.
Dice así nuestro anónimo ciudadano:
No soy un patriota —o patriotero— de esos que tanto abundan hoy por ahí, nunca he tenido sentimiento alguno por un trozo de tierra delimitada por unos márgenes políticos construidos a lo largo de la Historia a base de guerras, sangre y fuego. Un país no es nada, sólo el sitio en el que nos ha tocado vivir, y al que podemos tenerle más o menos apego por el simple hecho de haber nacido en él. Decir, que pese a no sentir nada especial por el mío, sí debo puntualizar antes de exponer el tema, que España es un país bellísimo, preñado de rincones absolutamente maravillosos capaces de sobrecoger nuestros sentidos. Sí, esta tierra es en su orografía y patrimonio muy hermosa (¿y qué país no lo es?), pero si ahondamos en su sociedad, que al fin y al cabo es lo que define a una estado, o sea, su gente, el pueblo, vemos una nación putrefacta, hipnotizada, prosaica, sumisa, servil.
Ese hartazgo que despierta España entre muchos que todavía pensamos con la cabeza, emana de una serie de factores sobre los que lamentablemente se sostiene nuestra inmunda patria. A continuación hablaré de algunos —no todos— de los motivos por los que vivimos en un baldío y miasmático páramo casi inhabitable:
1.- Constitución:
Ese instrumento usado única y exclusivamente para mantener al pueblo calladito, contento ante un panfleto aparentemente justo y soberano. Todos los gerifaltes que regentan altos cargos siempre acuden a ella como pilar del ordenamiento del Estado, cuando de ella sólo se puede extraer la enorme contradicción democrática en la que vivimos, como ya expuse hace un tiempo por aquí.
2.- Monarquía:
Signo inequívoco del retraso general del país. Una vetusta institución que pone de manifiesto que todavía existe el servilismo de unos y los privilegios de otros. El medievo en pleno siglo XXI. El palmario ejemplo de que el pueblo sigue existiendo para mantener los lujos y comodidades de sus amos.
3.- Políticos:
La escoria de las escorias, demostrado por ellos mismos. Ya lo dijo, creo, un peligroso y cínico exministro, el tal Zaplana: “yo estoy en política para forrarme”, o nos lo expuso muy lacónica pero certeramente la pija esa con escaño en el Congreso obtenido por enchufe, la malhablada y grimosa Andrea Fabra, con su cariñoso y afectivo “que se jodan”. Esta basura es la que nos gobierna (¡!) y hace que millones de personas lo estén pasando jodidamente mal —incluso muriendo— mientras ellos se ríen y brindan por vivir en la opulencia a costa de los idiotas que van a votarles con una estúpida sonrisa en la cara cada cuatro años.
4.- Corrupción:
La verdadera “Marca España”, el rostro real de los amos del país, que ahora más que nunca está poniéndose de manifiesto, enseñándonos su verdadera dimensión. Consecuencia de los delincuentes y maleantes que son elegidos por los beodos ciudadanos. Pocos se salvan, y las altas esferas están repletas de mafiosos y ruines psicópatas que se enriquecen al margen de la ley con el beneplácito de sus colegas. Si en un país los que mandan tienen esa catadura moral, ¿cómo no vamos a irnos a pique sin remisión?
5.- Fascismo:
Porque España es el único país donde los fascismos del siglo XX triunfaron. En todos los estados este cáncer ha sido extirpado, menos aquí. Sí, en esta tierra aún yacen los muertos en cunetas, todavía hay monumentos, calles y plazas dedicadas a los asesinos, y gente que cuelga en el salón de su casa la bandera españolísima con el pajarito o pone el Cara al Sol en la melodía del móvil. En Alemania el nombre de Hitler es casi un tabú, y aquí el de Franco es divinizado por demasiada gentuza. Podredumbre sanguinolenta arraigada en lo más profundo.
6.- Incultura:
España es un país semi analfabeto, donde no se lee y el consumo de telebasura se dispara entre la sociedad. Lo jóvenes son cada vez más idiotas, preocupados únicamente por gilipolleces e incapaces de sentir el más mínimo interés por la cultura o el arte. Un populacho que lo poco que lee es bazofia, basura comercial para borregos, cosa extensible a la música o el cine. Un pueblo inculto es un pueblo maleable y condenado.
7.- Toros:
Sí, aquí al matar lentamente y con saña a un animal tan noble y fascinante como el toro se le llama arte. Arte, palabra que posiblemente los que la usan para definir el toreo no tengan ni puta idea de lo que es. Pero como hay quienes se ponen cachondos con la sangre y el morbo, ahí tenemos, la barbarie convertida en “fiesta nacional”, muy definitoria de lo que es España.
8.- Servilismo:
Mientras haya tantos millones de personas tan simplonas como para creer a los políticos sólo porque son (o dicen que son) del signo político más afín a ellos, estamos perdidos. Ahí tenemos el ejemplo del Presidente retrasado que nos está hundiendo, encumbrado en el poder a base de mentiras que sus ovejas creyeron ciegamente, y pese a todo, aunque dichas ovejitas son aherrojadas con medidas demenciales, aún lo defienden. Ningún espíritu crítico, sólo acatar las órdenes sin rechistar, sólo servir ciegamente. Un país que es un asqueroso rebaño jamás será libre.
Ocho, ¿sólo ocho? Podrían ser cientos, pero para no aburrir o hartar al lector lo voy a dejar ahí. Los patrioteros, víctimas de su ignorancia sobre lo que proclaman me dirán tonterías de que al país de uno hay que amarlo. Sí, vale, entendido, pero a mí me parece una puta mierda. Y decirles que sí, que España tiene algo bueno, de lo que podemos sentirnos realmente orgullosos, y es el Quijote, para que no digan que sólo despotrico de su infame patria.
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