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Tribuna
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Cristina Pérez Capdet
- Sitges
- 15-01-2015 14:40
Eix. Islamofobia
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Las represalias contra los musulmanes no se han hecho esperar, con mezquitas incendiadas y personas apedreadas e insultadas. Vamos, lo mismo que sucedió en España en 2004, en Estados Unidos en 2001, y en todos los lugares donde los islamistas, o yihadistas (dos palabras para la misma porquería) han dejado su huella sangrienta. Ante estos ataques, tanto musulmanes como los que no lo somos hemos alzado la voz, como la alzamos cuando oímos hablar de “los moros” con el feroz desprecio que los planta a todos en el mismo tiesto.
La islamofobia, sin embargo, no acaba con lo evidente. Lo digo con conocimiento de causa: más de un progre de turno me ha llamado islamofóbica por criticar la situación de la mujer en el mundo islámico, concretamente y entre otras menudencias, porque ninguno de estos países contempla la violación como un delito en su código penal. Al parecer, las mujeres no deben ser consideradas parte de este mundo islámico, puesto que no merecen el apoyo de los centenares de idiotas que se desgarran las vestiduras, exclusivamente, cuando Israel ataca Gaza (dejemos a un lado el silencio sepulcral que antecede a estos hechos, cuando Hamás ya ha asesinado a unos cuantos israelitas, porque éste no es un artículo contra la judeofobia).
Tampoco, al parecer, merecen la defensa de esta buena gente los niños en las escuelas de Gaza, a los que se les enseña a matar y morir por los ideales de unos cuantos iluminados, o las niñas casadas a los doce años en Irak, o los homosexuales ahorcados en Irán, o los activistas por los derechos humanos encarcelados en Algeria, o los blogueros latigados en Arabia Saudí. Uf, no, respetemos estas diferencias culturales, estas lógicas reacciones al imperalismo occidental. Quedémonos cómodos en nuestro paternalismo silencioso, sus razones tendrán, las mismas que los llevan a masacrar a miles de personas en Nueva York, en Madrid, en Londres, en Bali, en Islamabad o en París.
Acostumbrada a esta repetitiva reacción, o falta de ella, de nuestra esperpéntica pseudo-izquierda, se me ha pasado por alto un punto clave. Esto es, hasta que un amigo de los de izquierdas de verdad me ha dado un golpecito en el hombro para preguntarme dónde están los musulmanes moderados en nuestro país cuando se cometen estos crímenes contra la humanidad. Dicen que el Islam es una religión de amor y paz. De hecho, todas lo son, y también lo son de odio y de guerra. La paz, sin embargo, nunca sobrevive con lamentos, hay que dar la cara por ella. Salvo valientes excepciones, les paso a ustedes la pregunta porque yo no sé la respuesta: ¿dónde están cuando hay que salir a la calle a defender a los suyos, a los nuestros, a los de todos?
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