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Les paraules no són innocents
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Ciprià Pernas Fidalgo
- Sitges
- 06-11-2016 20:00
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Para hacerte una pregunta que considero fundamental necesitamos primero ponernos en situación: pararnos para retomar la marcha, buscar un rincón cómodo a nuestro gusto, relajarnos, preparar el momento de reflexión que vamos a vivir, tomarlo en serio, con la sinceridad por delante, armados de honestidad, desconectando de todo ese ruido que nos rodea y distrae, que nos aleja de nosotros mismos, de nuestra vida: única, personal e intransferible en la que no cabe otro VIP que no seas tú, yo, nosotros.
Te propongo estas condiciones mínimas con la mente muy clara, habiendo experimentado previamente que las decisiones son plenas cuando las tomo yo y no otros. Tanto si acierto como si me equivoco. Dejando muy claro que esto va más allá del juicio de ese ejército de opinadores y recomendadores que miran la vida de los demás cómodos e instalados en su primera fila. La vida es sistemática y no se detiene. Avanza y progresa a base de acción y no oculta jamás sus cartas (otra cosa es que no las veas). Cuando averiguas esto te convences con claridad de lo irreversibles que son las decisiones cuando es la vida las que las toma en tu nombre. Ella no pregunta, solo hace, ganando metros mientras va pasando por encima de todo. Una vez lo ha hecho solo cabe una opción y es la de encajar lo que queda aprendiendo a convivir con ello. Todo eso acostumbra a suceder con un proceso previo de aceptación duro, que no todos son capaces de superar. Demasiados se quedan por el camino no por falta de respuestas, sino por la ausencia de buenas preguntas.
Una manera de comprender cosas nuevas es establecer paralelismos con situaciones ya vividas utilizando metáforas que nos permitan llegar con facilidad a los archivos del recuerdo en los que almacenamos el aprendizaje. La llave siempre son las preguntas. Si la colocas en la posición adecuada conseguirás abrir la cerradura. Sin embargo, con la llave al revés no abrirás nada. Es más importante como utilizas la llave que el propio hecho de tenerla. Asumimos que es básico conseguirla y fundamental el qué hacer con ella.
Observa 24 horas de tu vida y aparta de ellas aquellas que dedicas al sueño. El resto es el tiempo diario que empleas en tu vida consciente. ¿Cuántas de esas horas que te quedan empleas en modo “piloto automático”? Esto es, sin tener conciencia de lo que te pasa, guiado por lo que ya sabes, creas y esperas de la realidad que te rodea, desencantado y sobretodo desinteresado de esa parte de ti que te permite aprender mejorando tu evolución hacia la felicidad.
Muchas, ¿verdad?, me atrevo incluso a amplificar tu pensamiento con un: ¡demasiadas!
Si esto se ha convertido en un estilo de vida para ti, si es la norma predominante en tu día a día, si te dedicas a ver las cosas venir, a no poner intención en tus actos, a aceptar las imposiciones de “tu destino”, a convivir con quien te toca, cuando y como te toca o como otros: familia, entorno, estado han previsto que es lo más adecuado para ti. Empieza por aceptar que tienes un problema. Se llama bucle. Aparece en tu vida como los cometas repitiendo ciclos una u otra vez mientras va salpicando tu mente de preguntas que empiezan con un por qué.
¿Por qué me pasa esto a mí? Es una de las más habituales. Sólo sirven para revolcarte en el fango de la pena, la lástima y el victimismo. Te llevan al pasado y te dejan allí, en lo que ya no tiene remedio.
La alternativa a este desbarajuste aparece en el tiempo en el que queremos vivir las cosas. Ese tiempo real es solo este preciso instante en el que estás viviendo. Sí, aquí mismo donde sientes que existes de verdad, donde estás actuando por y para tu vida. Donde hay acción hay remedio. Es aquí donde aparecen las preguntas que comienzan con un “para qué”. Desde las más existenciales como el ¿para qué estoy aquí? Hasta las más triviales que vinculan cualquiera de tus decisiones con una razón práctica y útil en tu vida. Los para qué, si se enganchan a la acción.
Acción es decisión. Tú decides cada paso que das cuando atas el sentido de lo que haces con lo que sientes y lo transformas de una manera sencilla en un propósito que sostiene tu misión en la vida. Puede que tardes toda ella en descubrirla, sin embargo te garantizo que viviendo el presente, ella te va a acompañar siempre hasta que decida mostrarse o tú verla.
El siguiente paso llega con el ¿Cómo? (ya lo tenía previsto). Más allá de tus preguntas en este sentido quiero comenzar por aclarar que el ¿cómo…? va escrito en tu ADN. Más allá de todo el conocimiento que pueda ponerse a trabajar para ti, tú y solo tú sabrás como adaptar los recursos de los que puedes disponer para que funcionen en tu sistema personal. Las pistas las vas a encontrar dentro de ti porque ahí están. Es una cuestión de tiempo al que añades empeño.
La rutina es una forma de cáncer. Cuando aplicas pequeños cambios conscientes rompes con ella. Nuevos caminos para ir a ese lugar, cambio de dieta, ropa distinta, decisiones alternativas a las habituales, asumir pequeños riesgos, cortarte el pelo distinto. Todos son grandes milagros, son las llaves puestas en la cerradura para abrir a otra dimensión distinta que tu libertad necesita.
Cuando te digan: ¡vive el momento!, enfócate en la magnitud de la frase ya que ese momento puede ser el último (y de verdad puede serlo). Trata a las personas que te importan como si no fueras a volver a verlas jamás, (porque puede ocurrir… ocurre cada día). Refresca tu mente y toma el sendero nuevo. ¿Qué harías ahora si volvieras a empezar?... y vuelve a empezar. Vive como si fueras a morir en este instante y planea el futuro como si vivieras eternamente.
Antes de irme, permíteme una pregunta: ¿Cómo estás viviendo tu vida? Cuando te hayas contestado a ti mismo pregúntate: ¿cómo quieres realmente vivirla a partir de ahora mismo?
Es muy sencillo y lo haces sin darte cuenta. Se trata de ir de ese lugar que conoces bien, (demasiado diría yo) a ese otro, tan distinto como desconocido donde las ventanas están abiertas para que corra el aire, donde se respira mejor.
Al llegar allí de tanto repetirte que no sabes, dirás lo que sabes y verás que finalmente si lo sabías.
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